En el Bosque NO pincharrata


La vieja y querida cancha de 60 y 118 sobrevivió a varios intentos de desarraigo que el poder nos sometió allá por los 90 y pico, cuando la moda de un estadio nuevo, moderno y recién pintado se imponía desde arriba. No hubo caso: los hinchas se opusieron, se aferraron a su casa, su historia, su lugar.
Y ahí está otra vez, siendo escenario de un triunfo vital, tan necesario como el de Rafaela, tan celebrado como aquél, y tan importante como para hacernos entender que si esas tribunas y esa vieja techada todavía están en pie, nosotros (y en este nosotros estamos todos, los hinchas, los jugadores, los dirigentes, Cocca y los suyos) no podemos rendirnos. Jamás.
En el Bosque, no, Pincharrata, canta la gente empapada de alegría en 7 y 50. Escucho los alaridos por teléfono porque mi hermana Ita no pudo resistir la tentación y me llamó para que me sumara a la catarsis, de alguna manera y desde algún lugar. Una advertencia: no busquen aquí cargadas, bromas, chanzas, para nuestros adversarios de siempre. Lo hice antes y lo haré alguna vez de nuevo, porque es parte de la rivalidad que hay que rescatar, pero no son éstos momentos para soltar una alegría liviana y trivial.
Este triunfo vale por el rival, que nos guste o no ganó la Libertadores y estuvo cerca de ganarle al Barcelona. Pero sin que se tome como una falta de respeto, no se puede dejar de destacar que ese equipo que ganó en casi todos lados hace más de 14 años que no puede festejar en el Bosque. El equipo jugó como se juegan los clásicos. Fue más durante 85 minutos, y en 5 fatales casi nos quedamos sin nada. Pero no podíamos perder y no perdimos. En el Bosque, no.

Algo tiene jugar en 60 y 118: van más de 14 años sin perder clásicos.

Pablo Ramón-Diario Olé